El Anboto es una montaña espectacular, como casi todas de los Montes Vascos. Según desde se mire tiene vertientes vertiginosas.
Nosotros, claro está, subimos por el lado mas fácil.
El vértigo, mejor dejarlo en casa.
Desde muy pequeño Javier miraba La Cebollera desde el pueblo. Cuando entendí que podría llegar hasta arriba cumplí su deseo; subir juntos hasta el pico. Allí empezó nuestra afición por subir montañas. Para él es una obsesión y para mí una gozada tener tan buen compañero.